

Mérida, el encantador estado montañoso de Venezuela, se encuentra en el epicentro de una preocupante epidemia que ha venido cobrando vidas de manera silenciosa y devastadora: el suicidio. La convivencia de dos realidades bien diferenciadas, una urbana y otra rural, ha forjado una compleja combinación de factores de riesgo que ha llevado a muchas personas a enfrentar una oscura y trágica realidad.


Aunque en décadas pasadas Mérida no ostentaba la tasa de suicidios más alta en Venezuela, la situación comenzó a cambiar en la década de los 70, perfilándose como uno de los territorios con mayor incidencia de esta problemática. El Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) en Mérida ha documentado esta preocupante tendencia, constatando que a partir del año 2001, la región se ha mantenido en el primer lugar a nivel nacional en cuanto a casos de suicidio.
El porqué de esta alta incidencia en una apacible región montañosa, que alberga a 860.000 personas de los 30 millones que habitan Venezuela, aún es un enigma sin respuesta. Sin embargo, diversas organizaciones y autoridades están tomando medidas para abordar este desafío.
El Consejo Legislativo de Mérida lanzó recientemente la campaña de prevención «Aquí estamos», que ofrece atención especializada gratuita. Aunque los protocolos para acceder a esta ayuda aún no se han detallado por completo, el primer paso de la campaña es llevar charlas informativas de concientización a las escuelas. La legisladora Fabiana Santamaría enfatiza la importancia de desmitificar el tema del suicidio y proporcionar herramientas para disfrutar de la vida.
La depresión es una de las principales causas de suicidio en Mérida, según el OVV. Esta organización basa sus cifras en casos reseñados por la prensa y reportes parciales de autoridades. Además, se ha observado un aumento en los casos de suicidio entre mujeres, posiblemente relacionado con la emigración masiva de hombres del país, lo que ha llevado a algunas mujeres a asumir roles de jefas de hogar sin los recursos necesarios para la manutención de sus hijos.
La carga emocional y psicológica que enfrenta la población también está contribuyendo a la aparición de ideas suicidas. Los trastornos de depresión y ansiedad están en aumento, señalando una creciente angustia emocional en la región. Además, los conflictos sentimentales a veces culminan en casos de «suicidio homicida», donde el hombre asesina a la mujer y luego se suicida, poniendo de manifiesto la necesidad de abordar las dinámicas de violencia de género.
El acoso escolar, especialmente entre adolescentes, es otro factor de riesgo. La victimización constante y la falta de apoyo pueden crear un ambiente tóxico que contribuye al desarrollo de problemas emocionales y pensamientos suicidas. La orientación sexual también ha sido identificada como un factor de riesgo, ya que algunos adolescentes se enfrentan a la falta de aceptación por parte de sus familias y compañeros.
Mérida, siendo un importante centro agrícola, enfrenta desafíos adicionales. La agricultura, una actividad económica de alto riesgo, puede tener un impacto emocional negativo en los agricultores, especialmente cuando se ven afectados por factores naturales, sociales, económicos y políticos. Además, la exposición prolongada a agroquímicos utilizados en la agricultura podría estar relacionada con la depresión y los comportamientos suicidas.


El consumo excesivo de alcohol también está presente en un número significativo de casos de suicidio en Mérida, ya que esta sustancia psicoactiva altera el organismo y el estado emocional.
Otro factor preocupante es la endogamia, que aún se practica en muchas partes de Mérida y en áreas rurales de Venezuela. Esta práctica puede conducir a complicaciones genéticas y la transmisión de problemas mentales de una generación a otra, algunos de los cuales están vinculados con comportamientos suicidas, como la bipolaridad y la esquizofrenia.
En lo que va del año 2022, los estados andinos de Venezuela, incluyendo Mérida, han registrado un total de 65 suicidios. Estas cifras son alarmantes y demuestran la urgente necesidad de abordar esta problemática.


A pesar de los esfuerzos de algunas organizaciones y autoridades locales, se necesita un enfoque más integral para prevenir el suicidio en Mérida. La falta de programas estatales de ayuda psiquiátrica y centros de salud especializados es una preocupación que debe abordarse de manera prioritaria.
El suicidio es un problema de salud pública global, y Mérida no es la excepción. La comunidad, las autoridades y las organizaciones deben unirse en un esfuerzo conjunto para entender y abordar esta crisis, brindando apoyo a quienes lo necesitan y creando un ambiente donde la vida sea valorada y apreciada. En un mundo donde una de cada 100 muertes es un suicidio, es un llamado urgente a la acción para salvar vidas y construir un futuro más esperanzador en esta hermosa región de Venezuela.

