Por Keyla María Contreras Uzcátegui

@kamc_u

Las mujeres y el derecho a decidir sobre sus cuerpos parece ser un tema no relevante para los gobernantes de turno en América Latina. Estos, al apoyarse en una premisa clientelar, populista y paternalista, deciden fundamentar sus proyectos de gobierno bajo creencias conservadoras y religiosas, atentando contra la mujer y sus derechos políticos, sociales, económicos y educativos, conllevando a la consolidación de fuertes procesos de vulnerabilidad social, pobreza y marginalidad, y a su vez trasgrediendo toda posibilidad de crecimiento y desarrollo personal, psicosocial y laboral. (1)

Por tanto, es necesario describir el tema del aborto en América Latina como una realidad álgida y compleja. Esto se debe al contexto sociocultural que nuestro continente padece, al verse inmerso en un imaginario tradicional y moderado, donde se asientan proyectos gubernamentales clientelares, misóginos y machistas que explotan las creencias religiosas en la sociedad y la familia. Históricamente se ha establecido la creencia de que el hombre debe ser la única figura de autoridad, capaz de proveer alimento, vivienda y recursos económicos. Sin embargo, las últimas décadas han dejado en evidencia que el núcleo familiar es indiscutiblemente monoparental, siendo la madre la principal figura de autoridad y sustento. (2)

Esta coyuntura nos obliga a plantearnos la posibilidad de un metarrelato construido por las élites hegemónicas gobernantes desde la época de la colonia y que se extiende hasta nuestros días, el cual busca formalizar una narrativa simbólica, social y religiosa cuyo único propósito ha sido el de implantar la idea de que la mujer es un ser débil que requiere resguardo y protección del Estado. Porque no tiene la posibilidad de hacerse cargo por sí misma de sus necesidades materiales, educativas y económicas. Actualmente esa visión ha empezado a ser cuestionada, suscitando un fuerte rechazo por parte de las mismas mujeres, al demandar igualdad de derechos y obligaciones, mediante diversas formas de manifestación social. Es decir, finalmente se ha producido un rechazo de la sociedad a esos yugos ideológicos, culturales y religiosos que han sido impuestos por generaciones, buscando trastocar las bases patriarcales del Estado Latinoamericano y hacer una transformación generacional del pensamiento. Por tanto, para lograr dicho cambio, indudablemente la educación (estructura que da forma a los patrones de comportamiento de las mayorías) es el camino ideal. Ésta puede suscitar cambios en otras estructuras como lo es la familia y romper con la estructura religiosa que impone un comportamiento conservador en la sociedad. 

Ahora bien, resulta lógico que en la búsqueda de esa transformación generacional,  se deba realizar un entendimiento macro de nuestra identidad latinoamericana. Para cuestionar todo el  planteamiento histórico vigente de una ciudadanía crédula y poco formada en este tema (legalidad del aborto, la sexualidad abierta, los estudios de género, la disertación sobre la psiquis del hombre, el estudio del cuerpo, entre otros). 

El pañuelo verde se ha vuelto símbolo latinoamericano de la lucha por la legalización del aborto.

Incluso para adentrarse aún más en este análisis debe señalarse el impacto que tienen las estructuras hegemónicas de control y dominación existentes como el Estado, la Iglesia católica y las escuelas en el desarrollo de la ciudadanía porque la sociedad moldea al individuo desde el momento en que nace al instruirlo según las necesidades, convenciones, creencias y valores (conjunto de normas que debe seguir) que requiere para su funcionamiento, lo que garantizará un sistema de pesos y contrapesos, que permita el orden y el progreso. Realidad que ha constituido la idea errónea de que hablar de temas que atentan contra el estatus quo de las élites dominantes es vulnerar todos aquellos valores morales, éticos y religiosos fundamentados en el catolicismo. (3)

¿Las sociedades latinoamericanas están preparadas para la legalización del aborto?

Considerando la estructura política, ideológica y cultural de la región, es perentorio explicar que las sociedades latinoamericanas no están capacitadas para gestionar la creación y aplicación de sistemas jurídicos estables, que permitan la legalidad del aborto. Motivado a que los regímenes políticos, históricamente se han edificado para favorecer enteramente al hombre como máximo ente decisor, de allí que la sociedad responda a la tradición y, por ende, al Estado. En aras de garantizar el control y el dominio de todos los sectores sociales. Por tanto, la mujer es considerada un bien del Estado, que no tiene permitido atentar contra los valores previamente establecidos en una idea conductual del imaginario cultural, el cual postula desde el núcleo familiar que la mujer existe para atender al hombre, los hijos, la familia y las labores domésticas. Incluso se puede señalar que en consonancia con esta perspectiva, los hombres en su subconsciente han forjado la premisa de creerse dueños de las mujeres… porque la tradición así lo demanda. 

Esto afianza la creencia de dominación y poder sobre las mujeres. Conllevando a generar violencia sexual e intrafamiliar, abusos físicos, psicológicos y verbales en las mujeres. Hasta llegar al epítome de prohibir el aborto. Siendo la máxima del Estado de «tener el derecho y la potestad» de disponer de la mujer en su totalidad, al indicarle qué hacer y de que forma vivir: «Si te embarazas el Estado te obliga a tener a tus hijos, aún cuando no tienes las condiciones económicas, sanitarias y educativas para ello». Sin duda alguna, éste es un Estado de bienestar paternalista y mercantilista por naturaleza, siempre involucrado en los asuntos de la vida diaria. Para realizar sentencias por sí mismo de índole normativa, política, económica, social y cultural que atentan contra las mujeres y su facultad de decidir sobre sus cuerpos. 

 

Las precarias condiciones sanitarias en Latinoamérica

La figura del Estado (aparato burocrático-institucional) caracterizado por determinar la creación, aprobación y aplicación de leyes, que sirven de cuerpo legal para las políticas públicas asistencialistas y salubres. Pareciera que funciona de manera consecuente, invariable y cónsona con las realidades de sus sociedades. Sin embargo, la realidad es otra, puesto que la mayoría de los países latinoamericanos no cuentan con sistemas de salud públicos o privados adecuados para llevar a cabo los abortos. Lo que termina haciendo inviable la implementación adecuada de una política sanitaria destinada al aborto, y el efecto holístico (cuerpo, mente, espíritu, educación y trabajo) que genera en toda niña, adolescente o mujer que amerita hacerse este proceso médico de gran riesgo.  

En consecuencia, hablar de la implementación del aborto, desde el punto de vista de la salud pública, amerita un entendimiento profundo de las realidades sociopolíticas, ya que es un continente profundamente desigual en lo económico y educativo donde se impide acceder a servicios públicos de calidad. La razón de esto estriba en que la población del continente es rural; con altos niveles de crecimiento demográfico; de escasos recursos económicos y pocos estudios. Lo cual se traduce en altos porcentajes de marginalidad, pobreza y desigualdad, siendo en su mayoría los más vulnerables: mujeres y niños, que sin contar con estudios formales, no logran acceder a fuentes de empleo estables, con buena remuneración. Al contrario, se convierten en tercerizados, al ser sobreexplotados. Sin derecho a servicios públicos, como la salud y la educación por parte de un Estado, que constantemente los olvida. (4)

Situación legal del aborto en el mundo.

Aunado a esta realidad, es preponderante aclarar que el sistema de salud latinoamericano, no posee una red homologada, integrada y sanitaria que indique la condición socioeconómica y médica de la paciente; las causas de su embarazo; el período de gestación; entre otras características indispensables que permitirán monitorear a la mujer, antes, durante y después de la cirugía. Un sistema así facilitaría la edificación de una matriz médica interconectada, consecuente con las necesidades personalizadas de cada mujer, lo cual daría como resultado un análisis expedito de las condiciones (violencia, maltrato, vejación, humillación y violación) a las que ha sido sometida. Esto pudiera aplicar los correctivos necesarios desde lo normativo, socioeducativo y político. 

En relación con la problemática expuesta, cabe destacar que otro factor que interfiere en la toma de decisión al momento de abortar corresponde con el código de ética y moral que muchos médicos asumen en los hospitales, puesto que dichos hospitales en su mayoría tienen políticas internas que condicionan el proceso quirúrgico al incitar a la madre, mediante el uso de psicólogos y servidores sociales a tener a sus hijos, indiferentemente de si la mujer posee las condiciones adecuadas para continuar con el embarazo. Como instancia final, debe tomarse en cuenta que es necesario transformar las bases de la sociedad si se desea que las leyes sean aplicadas según cada caso. Teniendo en cuenta para ello que toda mujer independientemente de si haya sido abusada sexualmente o no, estando su salud en peligro o no, tiene la potestad para decidir sobre su cuerpo. En consonancia, rechazar la maternidad si así lo desea. De no ser así, la autonomía de la mujer seguirá siendo un derecho a medias, condicionado, al no tener la capacidad de decidir su destino tomando en cuenta sus condiciones y necesidades.

Keyla Contreras es estudiante del último año de la carrera Ciencia Política, por la Universidad de los Andes (ULA), Venezuela.

Bibliografía:

(1) Las estimaciones mundiales publicadas por la OMS indican que alrededor de una de cada tres (35%) mujeres en el mundo han sufrido violencia física y/o sexual de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida.

Artículo disponible en: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/violence-against-women 

(2) Desde principios de la década de 1980, se ha producido una evolución global de la integración  de mujeres en el mundo profesional. En América Latina “Brasil, México, Colombia y Uruguay, desde 1990 han aumentado las tasas de participación femenina superiores al 30%.

Artículo disponible en: https://www.erudit.org/fr/revues/remest/2014-v9-n2-remest02486/1036262ar.pdf

(3) La dificultad del movimiento feminista para acceder a reformas progresistas en la ley del aborto es atribuible, en gran parte, a la presencia de la Iglesia Católica (y más recientemente de la Iglesia Evangélica) en la región. 

Artículo disponible en: https://www.equaltimes.org/l-avortement-en-amerique-latine-l 

(4) En América Latina el 95% de los abortos no recibe atención médica. 

Artículo disponible en: https://www.guttmacher.org/sites/default/files/pdfs/pubs/fb_IAW_fr.pdf 

(5) Bellucci M. (2014) Historia de una desobediencia. Aborto y feminismo. Buenos Aires: Editor digital Titivillus.

Escrito por

Gaceta Tropical

Revista digital de Arte y cultura latinoamericana.